La Hermandad de La Lanzada cambió el recorrido a la triunfal procesión de la Esperanza Divina Enfermera, que en lugar de pasear su alegría por el centro de Sevilla, enfiló sus pasos hacía la Basílica de otra Esperanza, la Macarena. La misma que le había prestado el manto que lució en su salida procesional, el manto de los Cisneros, por ser esta familia quien lo regaló a la Macarena aprovechando los bordados del antiguo palio de Juan Manuel Rodríguez Ojeda. Numerosos hermanos y hermanas alumbraron el caminar alegre y glorioso de la Divina Enfermera de ida a la Macarena y de regreso a San Martín.
Abrió el cortejo la Banda Juvenil de la Esperanza de Triana, "San Juan Evangelista", hasta la Basílica, porque después, de regreso, sería las Tres Caídas de Triana la que abriera el cortejo de La Lanzada. Tras el paso de la Divina Enfermera el Carmen de Salteras. Curioso ver a la Santísima Virgen por la calle Feria para llegar a Parras, donde los jóvenes de la Hermandad prepararon una petalá de flores antes de recorrer Escoberos y adentrarse por Bécquer en la Basílica, donde la esperaba la Junta de Gobierno de la Esperanza Macarena.
Hasta el mismo presbiterio entró en paso de la Esperanza Divina Enfermera. Allí la esperaba la Virgen del Rosario que se encontraba en Besamanos y la titular de la Basílica. Tras las oraciones pertinentes en una Basílica que recordaba las mañanas de Viernes Santo, el canto del Salve Madre puso el punto final a la estancia de la Esperanza Divina Enfermera en las dependencias basilicales de la Macarena. Con el mismo arte y tronío que llevaron hasta los pies de la Macarena a la Titular Letífica de La Lanzada, los costaleros devolvieron la Sagrada Imagen al exterior de la Basílica y continuar por San Luis su regreso a San Martín.
La Hermandad de La Lanzada cambió el recorrido a la triunfal procesión de la Esperanza Divina Enfermera, que en lugar de pasear su alegría por el centro de Sevilla, enfiló sus pasos hacía la Basílica de otra Esperanza, la Macarena. La misma que le había prestado el manto que lució en su salida procesional, el manto de los Cisneros, por ser esta familia quien lo regaló a la Macarena aprovechando los bordados del antiguo palio de Juan Manuel Rodríguez Ojeda. Numerosos hermanos y hermanas alumbraron el caminar alegre y glorioso de la Divina Enfermera de ida a la Macarena y de regreso a San Martín.
Hasta el mismo presbiterio entró en paso de la Esperanza Divina Enfermera. Allí la esperaba la Virgen del Rosario que se encontraba en Besamanos y la titular de la Basílica. Tras las oraciones pertinentes en una Basílica que recordaba las mañanas de Viernes Santo, el canto del Salve Madre puso el punto final a la estancia de la Esperanza Divina Enfermera en las dependencias basilicales de la Macarena. Con el mismo arte y tronío que llevaron hasta los pies de la Macarena a la Titular Letífica de La Lanzada, los costaleros devolvieron la Sagrada Imagen al exterior de la Basílica y continuar por San Luis su regreso a San Martín.
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