jueves, 22 de noviembre de 2012

El Instituto Pontificio Juan Pablo II abrió sus curos con una Misa presidida por el Obispo de Cartagena

 El Instituto Pontificio Juan Pablo II celebró la apertura oficial de curso, con una Misa presidida por el Obispo de la Diócesis de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes. Esta Eucaristía tuvo lugar en la Capilla de los Vélez, de la S.I. Catedral de Murcia, y estuvo concelebrada por el Director del Instituto, Alberto Guerrero, el Subdirector, José Antonio García López, el Canónigo Juan Uribe, y el Secretario Particular del Obispo, Maximiliano Caballero.
En su homilía, el Obispo se dirigió a los miembros de Instituto animándoles a afrontar los "retos del nuevo milenio", dándole "primacía a la santidad"- como proponía el Pontífice Juan Pablo II. "Si el Papa apuntaba a la santidad como estilo de un cristiano, hoy también debe de ser la perspectiva de cada uno"- expresó. En este sentido, precisó que "vivir la santidad es vivir queriendo hacer la voluntad de Dios todos los días".
 
Recordando las palabras de Santa Teresita del Niño Jesús, "mi vocación es el Amor", alegó que "la fuente de la alegría cristiana está en la certeza de que somos amados por Dios". "Es lo que nos tiene que mover – apuntó.- Especialmente, en un tiempo de formación, como el de vosotros, con una institución querida por Dios como el matrimonio y la familia". "Quien se sabe amar, se siente a su vez impulsado a amar"- remarcó. "Poned en el centro de vuestra vida el Amor a Él y a los hombres". Mons. Lorca comentó que "la familia es la mejor escuela de la experiencia de amor; donde se puede poner en marcha todos los días la llamada a la santidad". "Padres e hijos deben sentir fuertemente en su interior el atractivo del amor"- indicó.
 
Mons. Lorca Planes hizo también una llamada a la conversión, "para que nuestras palabras vayan acompañadas del testimonio y experiencia del ser de Cristo". Asimismo subrayó que éste encuentro con Cristo, que "apunta hacia la santidad de vida", "nos ha de llevar a la misión, a conocer la razón de nuestra paz interior, alegría o entusiasmo".
 la fe".

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