
El Obispo de Málaga también aprovechó esta visita para acercarse a los enfermos encarcelados a quienes les hizo llegar el mensaje de que «vosotros vivís la experiencia de ser amados por todos los que os cuidan, porque lo que uno vive y sufre no es lo definitivo». Mons. Jesús Catalá también compartió momentos con los presos del módulo de preventivos reincidentes, con quienes departió animadamente y de los que escuchó sus demandas.
Para Mons. Catalá son muchas las sensaciones que le embargan en sus visitas al centro penitenciario. Visitas de las que asegura sale reforzado. Y es que, según el Prelado malacitano, se trata de momentos «en los que te encuentras con personas que viven una situación muy especial, por enfermedad o por situación de vida. El que una persona esté privada de libertad es algo muy duro, así que contactar con ellos y darles una palabra de ánimo es para ellos, y a la vez para uno mismo, muy significativo». Al mismo tiempo recalcó que la Iglesia Católica colabora con estas personas «haciéndose presente con gente que está necesitada, que tienen fe y que quieren celebrar la fe». En sus conversaciones con los reclusos Monseñor Catalá escucha de las más variopintas demandas, «desde los que quieren un simple signo religioso, que les bendiga, a los que te piden que reces por ellos y sus familiares. Sus peticiones van desde lo más espiritual y desinteresado a las necesidades más esenciales».
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