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Las preguntas han sido tan variadas como pudiera pensar cualquier adolescente de su edad: El horario normal de un día en el Seminario, las asignaturas que estudian, el tiempo que dedican a la televisión, al deporte, a las redes sociales... pero las peguntas con mayor calado han sido referentes a sus vidas personales. ¿Cómo sintieron la vocación? ¿Qué opinaron sus familiares y amigos? ¿Se puede ser sacerdote y marchoso? ¿Habéis tenido novia antes de entrar en el Seminario? ¿Qué te llama más la atención de la vida sacerdotal? ¿Qué hace falta para entrar en el Seminario?...
Después de una larga lista de preguntas, de las cuales algunas les hicieron sacar los colores a los diáconos, recorrieron el templo catedralicio y sus respectivas capillas sin olvidar la cripta, que les cautivo por su sonoridad y la importancia de las personas enterradas.
La visita terminó con una invitación de los diáconos a todos los presentes para conocer el Seminario y participar en los grupos de adolescentes y jóvenes de sus respectivas parroquias.
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