En 1873 formuló Sor Ángela de la Cruz votos perpetuos fuera del claustro, poco después tuvo la idea de fundar la «Compañía de la Cruz». El 17 de enero de 1875 con muy pocos recursos comenzó a tomar forma su proyecto, encontró a tres compañeras, una de ellas llamada Josefa de la Peña gozaba de una buena situación económica, por el contrario las otras dos, Juana María Castro y Juana Magadán, disponían de escasos recursos.
Con el dinero de Josefa Peña alquilaron su «convento» que era solamente un cuarto en la casa número 13 de la calle San Luis en Sevilla, y organizaron un servicio de asistencia a los necesitados a lo largo del día y de la noche. Posteriormente se trasladaron al número 8 de la calle Hombre de Piedra también en Sevilla, sus compañeras comenzaron a llamarla Madre.1
En 1876, se declaró una epidemia de viruela en Sevilla, ello hace que las Hermanas de la Cruz intensifiquen sus esfuerzos de ayuda a pobres y enfermos, causando su labor gran admiración en todos los estamentos de la ciudad. En este mismo año (1876), Sor Ángela consiguió la admisión y bendición de su obra por el arzobispo de la diócesis, el Cardenal Spínola.
El modo de trabajo de la congregación consistía en acudir por parejas a casa de los enfermos que las necesitabas. Una atendía al paciente sentada a su lado, la segunda realizaba las actividades del hogar.
Su obra se extendió rápidamente, creando numerosos conventos localizados principalmente en Andalucía occidental y el sur de Extremadura, centrando siempre su actividad en la asistencia material y espiritual a pobres, enfermos, necesitados y niños huérfanos o sin hogar.
En 1894 viajó a Roma, donde se entrevistó con el Papa León XIIIel cual concedió el decreto inicial para la aprobación de la compañía, que firmó el Papa Pío X en 1904.
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