
La Eucaristía comenzó a las ocho de la tarde en el Monasterio de Santa Clara, sede canónica de esta Archicofradía Adoradora. Durante la homilía Fray Joaquín Domínguez se dirigió a los adoradores para recordarles la importancia de pertenecer a la Orden Franciscana, de imbuirse del carisma de los hijos de San Francisco: pobreza, sencillez, testimonio, amor por los demás... Se refirió también a la vinculación de la Adoración Nocturna con las Hermanas Clarisas con las que comparten vigilias y demás actos, y por último, dio la bienvenida a los nuevos integrantes de la Familia franciscana.
Terminada la misa fue expuesto el Santísimo Sacramento para rezar la estación y realizar la procesión, que, bajo palio, recorrió el patio anexo a la iglesia, y el Claustro grande, para salir a la calle Nuestra Señora del Águila, y volver a entrar en el templo, tras haber hecho estación en los dos altares montados por las hermanas Clarisas.
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