lunes, 12 de noviembre de 2012

Finaliza el proceso Diocesano de la Beatificación y Canonización de Sor María de los Dolores del Amor de Dios

Ayer se cerró la fase diocesana del Proceso de Beatificación y Canonización de la Sierva de Dios Sor María de los Dolores del Amor de Dios, monja agustina recoleta, de origen judio que se convirtió al cristianismo e ingresó en dicho Monasterio en el siglo XIX. Vivió ejemplarmente su consagración a Dios y, tras su muerte, gozó de fama de santidad. El acto de clausura se celebró a las 10:00 de la mañana en el Monasterio de Jesús, María y José de Medina Sidonia, en Cádiz.
La ceremonia, tanto el acto jurídico como la posterior celebración de la Eucaristía como acción de gracias, se celebró en la Iglesia Parroquial Santa. María La Coronada y estuvo presidida por el Obispo diocesano, Mons. Rafael Zornoza Boy.
 
La Sierva de Dios, nacida en Gibraltar el día 4 de abril de 1801, en el seno de una familia acomodada judía, siendo sus padres Jacob Cohen, que era rabino, y su madre Ester Leví. Al quedar huérfana de madre, su padre procura que no se mezcle con los cristianos a fin de no tener otras influencias religiosas, lo que no logró, ya que entre la servidumbre de la casa había una cristiana que enseñó a la niña, más con el ejemplo que con las palabras, la religión del amor y la devoción a la Madre de Jesús. Un día la lleva la criada a visitar la ermita de la Virgen de Europa y allí la Virgen le comunica que tiene que salir de su tierra para hacerse cristiana.
 
Notificado del caso al Obispo de Cádiz, manda que la traigan a Medina Sidonia, por medio de un arriero, que la lleva en su cabalgadura. El obispo la protege y la entrega a una familia noble de Medina Sidonia. Es bautizada el día 19 de junio de 1817. Toma el nombre de María de los Dolores por su devoción a la Virgen. Un año después, el 13 de julio de 1818, ingresa en el convento de Jesús, María y José, de las Agustinas Recoletas para comenzar el noviciado. El pueblo sufraga los gastos de la dote. Hace la profesión solemne el día 21 de julio de 1819.
 
Toda su vida religiosa es la de un alma entregada, oculta, humilde, caritativa. En sus oficios de Maestra de novicias forma a las religiosas en la santidad; en el de atender el torno, ayudando a los necesitados y aconsejando a quienes a ella acudían. Estimada por sus hermanas de comunidad y por las personas que la conocieron, admirando sus virtudes adoración, devoción y santidad. Sus últimos años los vive recogida en su celda, que llama «Casita de Nazaret», en continua oración, siendo ejemplo y maestra de todas las virtudes. Fallece el 8 de enero de 1887, a los 86 años de edad. La fama de santidad se divulga apenas muere.

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