viernes, 30 de noviembre de 2012

Misa de Requiem por los Obispos fallecidos de Madrid en la Almudena

El Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, presidió ayer por la tarde, en la Catedral de la Almudena, una Misa por todos los Obispos de Madrid fallecidos. Con él, concelebraron los tres Obispos Auxiliares, Mons. Fidel Herráez, Mons. César Franco y Mons. Juan Antonio Martínez Camino, SJ.
En su homilía, el Cardenal explicó que, como cada año, la Eucaristía estaba dedicada a los obispos difuntos de Madrid, -el último, Ángel Suquía, falleció en 2006- destacando que los motivos para celebrarla “son muchos y abundantes en este Año de la Fe y de la Misión Madrid, y especialmente significativos”. “A los hombres que no tienen fe en nuestro tiempo, dijo, les cuesta mucho entender que el cadáver no supone el fin del hombre, sino que el hombre es más: es espíritu, es alma, es inmortal”. Y es que “somos ciudadanos del cielo, y todavía necesitamos de la caridad y comunión de la Iglesia para que ese paso sea más pleno, gozoso y esperanzado”.

A continuación, citó a los últimos obispos de Madrid fallecidos: D. Ángel Suquía, D. Vicente Enrique y Tarancón, D. Casimiro Morcillo, D. Leopoldo, y D. Eugenio Romero Pose. Y lo hizo “con gratitud, en una muestra de caridad y amor que les debemos, a ellos y a nosotros mismos, para que la Iglesia sea de verdad Iglesia en la comunión de los Santos, y que aspira a serlo en la plenitud de la gloria”.

En este Año de Fe y de la Nueva Evangelización, manifestó que se pueden encontrar en la memoria de los obispos fallecidos “motivos del servicio de la palabra de Dios ofrecida y testimoniada a la comunidad diocesana, a los sacerdotes y a los seminaristas”. “En todos ellos”

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