El Papa Francisco dijo ayer, al presidir la Misa en la capilla de la Casa Santa Marta, que Dios llora por la guerra mundial que se vive hoy, que enriquece a los traficantes de armas. “El mundo no ha comprendido el camino de la paz”, lamentó. “También hoy Jesús llora”, lamentó el Santo Padre, pues “nosotros hemos preferido el camino de las guerras, el camino del odio, el camino de las enemistades”.
“La Navidad está cerca: habrá luces, habrá fiestas, árboles iluminados, también pesebres… todo falsificado: el mundo sigue haciendo la guerra, sigue haciendo las guerras. El mundo no ha comprendido el camino de la paz”.
El Papa indicó que “hoy hay guerra por doquier, hay odio”, y cuestionó “¿qué queda de una guerra, de ésta, que estamos viviendo ahora?”.
“¿Qué queda? Ruinas, miles de niños sin educación, tantos muertos inocentes: ¡tantos!, y tanto dinero en los bolsillos de los traficantes de armas”.
El Santo Padre también recordó que “una vez Jesús dijo: ‘No es posible servir a dos patrones: o a Dios, o las riquezas’. La guerra es precisamente la elección por las riquezas: ‘Construyamos armas, así la economía se equilibra un poco, y vamos adelante con nuestro interés’”.
“Hay una palabra fea del Señor: ‘¡Malditos!’. Porque Él ha dicho: ‘¡Bienaventurados los constructores de paz!’. Estos que trabajan por la guerra, que hacen las guerras, son malditos, son delincuentes”.
Francisco señaló que “una guerra se puede justificar –entre comillas– con tantas, tantas razones. Pero cuando todo el mundo, como sucede hoy, está en guerra, ¡todo el mundo! ¡Es una guerra mundial a pedazos, aquí, allá, allá, por doquier… no hay justificación. Y Dios llora. Jesús llora”.
Al mismo tiempo que “los traficantes de armas hacen su trabajo”, dijo el Papa, “están los pobres agentes de paz que solo para ayudar a una persona, a otra, a otra, y a otra, dan su vida”.
Así lo hizo “un icono de nuestros tiempos, Teresa de Calcuta”, recordó. Contra ella, señaló, “con el cinismo de los potentes, se podría decir: ‘¿Pero qué ha hecho aquella mujer? ¿Ha perdido su vida ayudando a la gente a morir?”. No se comprende el camino de la paz”.
“Nos hará bien también a nosotros pedir la gracia del llanto, por este mundo que no reconoce el camino de la paz. Que vive para hacer la guerra, con el cinismo de decir que no hay que hacerla”, dijo.
Francisco exhortó a pedir a Dios “la conversión del corazón. Precisamente en el umbral de este Jubileo de la Misericordia, que nuestro júbilo, nuestra alegría sea la gracia para que el mundo vuelva a encontrar la capacidad de llorar por sus crímenes, por lo que hace con las guerras”.
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